Las fachadas del edificio tienen un alto grado de protección por parte de la Ordenanza Urbanística, lo cual lejos de constituir un inconveniente para el diseño ha resultado un acicate en la vocación de poner en valor las características tipológicas de las construcciones tradicionales. La intervención por lo tanto, ha sido mínima, no invasiva. Se respetan las imperfecciones y se potencia su carácter original.
 

La vivienda va de calle a calle en sentido este-oeste. La fachada principal mira a la calle Mayor y es por tanto el ámbito natural de acceso, dejando el lado este como lugar de conexión hacia la zona de huerto.
 

La nueva distribución interior valora la armonía y la sencillez creando estancias generosas y polivalentes a pesar de la estrecha crujía de 4,50 m de la planta.
 

La escalera situada en el epicentro de la casa es el elemento vertebrador de la propuesta. Comunica la zona de estar-comedor de la planta baja con el dormitorio principal que ocupa toda la planta de entrecubierta, atravesando la planta intermedia donde se asientan el resto de dormitorios.
 

Estructuralmente se conservan los pesados muros de carga originales sobre los que se apoya el entramado de vigas de madera que da continuidad a los espacios.

La textura y calidez inherentes a la madera, junto a una cuidada iluminación, articulan la propuesta reforzando el carácter sobrio y amable de la intervención.
 

La chimenea, la escalera y el mobiliario de cocina buscan la funcionalidad creando un todo equilibrado y armónico. El resultado final son unos espacios amplios, diáfanos, luminosos, cálidos y acogedores que conservan la historia, las vivencias y el alma de la humilde vivienda original.